Hoy madrugamos para una de las visitas estrella de este viaje, la Gran Muralla, catalogada como una de las 7 maravillas del mundo moderno (y la 3ª que tendremos la suerte de conocer después de Chichén Itzá en México y Taj Mahal en India).
Salimos del hotel a las 7:30, donde habíamos quedado con nuestra guía (habíamos contratado esta excursión con China Highlights), y tras hora y media de viaje en coche llegamos a la zona de aparcamiento de uno de los tramos visitables de la muralla (nosotros escogimos el de Mutianyu, ya que suele estar menos concurrido que el popular Badaling, eso sí, al tener más desniveles requiere algo más de desgaste físico). Desde el aparcamiento hasta la muralla toca subir, gran parte del trayecto se hace en autobús, un tramo andando que se hace algo durillo, y finalmente en teleférico (como habíamos madrugado no encontramos nada de cola, y parece que se suele generar bastante atasco aquí, con esperas de hasta 40 mins, por lo que recomendamos ir pronto), en total media hora hasta que nos encontramos finalmente andando sobre la muralla! Nos sorprendió el perfecto estado en el que se encuentra, obviamente resultado de las labores de restauración y mantenimiento. Dado el tiempo limitado de vista que nos habíamos dispuesto, teníamos que decidir si andar el tramo derecho o el izquierdo. La guía nos recomendó el izquierdo porque al final había mejores vistas, así que seguimos el consejo, a pesar de que se intuía a lo lejos un tramo final que parecía elevarse bastante. Tampoco sería tan duro no?
Con ese pensamiento arrancamos rumbo a las vistas, y casi todo el recorrido lo llevamos bien, pero es cierto que el último tramo es todo escaleras bastante empinadas que requieren hacer paradas cada diez escalones. Una vez arriba se cumplieron expectativas. Espectacular. Tras hora y media de caminata por la muralla, ida y vuelta, a las 11:00 estábamos bajando en el teleférico (y pudimos verificar la enorme cola que ya había para subir).
De regreso a Pekín (nos habíamos alejado casi 90 km), teníamos previsto aprovechar para parar casi a mitad de camino y visitar las tumbas de la dinastía Ming, donde se encuentran las tumbas de trece de sus dieciséis emperadores. De todas ellas nosotros visitamos la Tumba de Chang Ling. Si tienes tiempo y te pilla de paso, bien, pero si no, el recinto no tiene nada imprescindible. Al salir compramos en uno de los puestecillos de fruta un par de melocotones rosas que tantas veces ya habíamos visto, y además de refrescarnos estaban riquísimos! Diferentes a los que tenemos en España.
Ya en Pekín, a eso de las 15:00, decidimos comer en el restaurante Donglaishun (en el centro comercial APM de la calle Wangfujing), que nos había recomendado nuestra guía, especializado en el tradicional plato Hot Pot. El plato consiste en cocer tú mismo en agua hirviendo diferentes tipos de vegetales, carnes y pescados (todo en el mismo agua). La verdad es que nos pareció curioso pero no nos entusiasmó demasiado (como no sabíamos si fue por el restaurante o por el tipo de cocinado, decidiríamos volver a probar este plato más adelante durante el viaje en otro restaurante, pero la conclusión sería la misma), y tampoco resulta demasiado barato, fueron 194¥ y pedimos poca cantidad: un plato de carne, uno de setas y otro de col china.
De hecho, nos quedamos con hambre, así que según íbamos saliendo del centro comercial, nos encontramos con que la cadena taiwanesa Din Tai Fung (de la que habíamos leído buenas críticas durante la preparación del viaje) tenía un local en la planta inferior y decidimos entrar a pedir un par de platos para probarlo. Sin exagerar, esta cadena cocina los mejores dumplings que hemos comido nunca (de hecho repetiríamos otro par de veces en esta cadena durante el viaje, la segunda vez en Shanghai y la tercera en Hong Kong, donde además vimos que llegaron a mantener una estrella Michelín).
Pedimos dumplings de pollo con kimchi y de cangrejo, arroz con gambas (impresionante) y de beber un zumo de naranja y un té frío con pomelo y miel (las bebidas al nivel de la comida). Todo por 207¥. Esto nos pareció barato teniendo en cuenta la calidad de lo que comimos, y el atento y amable servicio del restaurante.
Con la barriga llena, y con cierto cansancio acumulado de la paliza del día anterior y del paseo por la muralla de la mañana, volvemos al hotel a descansar algunas horas. Decidimos salir a cenar a la Calle de los Fantasmas (Gui Jie), famosa por su amplia oferta de restaurantes 24h (lo del nombre viene porque durante la dinastía Qing, el transporte de cadáveres para su entierro a las afueras de la ciudad pasaba por aquí, y acabó convirtiéndose en una zona de empresas mortuorias). Nos sorprendió mucho esta zona, no sólo por la cantidad de restaurantes, sino por la cantidad de gente que había esperando con su número sentada en banquetas en la calle. Es algo absolutamente exagerado que cuesta de creer si no lo ves: nosotros cogimos número en el primero que vimos, Huda Restaurant, y no dábamos crédito, nos dieron el 410 y había 248 mesas esperando delante de nosotros!!! Obviamente no nos quedamos esperando (cuando regresamos al hotel aproximadamente 2 horas después, aún quedaban más de 60 números por delante del que sería el nuestro), y continuamos andando en busca de otro con menos gente, pero que tampoco estuviera vacío (por aquello de fiarte de donde veas comer a la gente local). Al final nos dimos cuenta que ese primer restaurante con tanta gente esperando, tiene varios más en la misma calle, y todos ellos con mucha cola (por algo sería…), así que buscamos el que tuviera menos gente, Huda Restaurant (Guijie 2nd), y ahí que nos pusimos a esperar (de nuevo, tratando de entender la pronunciación de los números en chino según llamaban, porque inglés cero, y ese era el único de todos los locales que no tenía una pantalla avisando de los turnos). “Sólo” tuvimos que esperar 40 minutos… Estos restaurantes (y en general toda la zona) están especializados en cangrejos picantes “Ma Xiao”. Pedimos cangrejos y ancas de rana, los dos platos aparentemente con el mismo aderezo, un par de vieiras y una jarra de zumo. Como nos encanta el picante nos empezamos a relamer los labios para degustar la especialidad. Pues bien, nos resultó absolutamente imposible. No es que toleremos el picante, es que nos apasiona (y no sólo el picante de España, sino el que hemos probado en países como India, México, Tailandia, …), pero este plato pudo con nosotros. Alucinábamos con los comensales de las mesas de al lado cómo chupaban y devoraban los platos, cuando nosotros a duras penas mordíamos con los dientes la carne intentando no mojar la salsa para no perder más sensibilidad en los labios. La cuenta nos salió por 232¥.
Sobre las 22:30 volvimos al metro rumbo al hotel, y siendo nuestra última noche en Pekín, antes de salir pretendimos devolver las tarjetas IC y recuperar la fianza, pero nos dijeron que sólo se podía hacer en el aeropuerto (lo que no sabíamos es que las taquillas del aeropuerto abrirían después de que embarcásemos en el avión rumbo Datong…).